La
energía que vibra en el loto del corazón se conoce como prâna
y es la que permite a los ojos ver, a la piel sentir, a la boca
hablar, al estomago digerir los alimentos, y realizar en suma todas
las funciones corporales. Cumple dos papeles diferentes, uno en la
parte superior y otro en la inferior, que se denominan
respectivamente prâna y apâna.
El
prâna está en constante movimiento dentro y fuera del
cuerpo, aunque está establecido en la parte superior. El apâna
también está en continuo movimiento, pero en la parte inferior. Te
ruego que escuches con atención la práctica que permite controlar
esta fuerza vital que proporciona bienestar estés dormido o
despierto.
La expulsión de la fuerza vital del
loto del corazón, de un modo natural y sin esfuerzo, se conoce como
rechaka o exhalación. El contacto de la fuente de la fuerza
pránica, localizada a una distancia de doce dedos, con el loto del
corazón, se conoce como pûraka o inhalación.
Cuando cesa el apâna y el
prâna no actúa y no entra en contacto con el corazón, eso
se conoce como retención o kumbhaka, que dura mientras ambos
no comienzan a moverse de nuevo. Estas tres acciones se suelen situar
en tres puntos concretos: 1) el rechaka, en el exterior de la
nariz; 2) el kumbhaka, en el lugar conocido como dvâdashânta,
situado a una distancia de doce dedos (medidos a lo ancho) fuera del
cuerpo; y el pûraka, en el loto del corazón que es la fuente
pránica por excelencia.
En todo momento debes escuchar sin
ningún esfuerzo el movimiento natural de esta fuerza vital. El
movimiento de este aire vital hacia el exterior a una distancia de
doce dedos de uno mismo constituye el rechaka.
El estado en el que el apâna
permanece en el dvâdashânta,
como una vasija sin forma en el montón de arcilla del alfarero, se
conoce como kumbhaka.
Cuando el aire vital abandona el dvâdashânta y
vuelve al interior, se produce el pûraka.
El
prâna brota en el loto del
corazón y se desplaza a una zona llamada dvâdashânta,
situada a una distancia de doce dedos. El apâna
brota en el dvâdashânta
y llega hasta el loto del corazón. Es decir que el apâna
brota en donde el prâna
termina, y viceversa. El prâna
es como el fuego y se mueve hacia afuera y hacia arriba; el apâna
es como el agua que siempre fluye hacia abajo buscando el loto del
corazón.
Apâna
es como la luna, que protege el cuerpo desde el exterior; prâna
es como el sol o el fuego y produce el bienestar interno del cuerpo.
El prâna genera
continuamente calor en el espacio del corazón y delante del rostro.
Apâna, que es como la
luna, refresca el espacio que hay frente al rostro y luego el espacio
del corazón.
De
hecho, es el mismo prâna
el que sufre una modificación y se transforma en apâna.
Apâna desaparece en
el corazón, precisamente donde surge prâna.
Cuando surge prâna,
desaparece apâna;
cuando apâna comienza
a existir, cesa el prâna.
Cuando el prâna ha
dejado de moverse y apâna
está a punto de nacer, experimentamos un kumbhaka
exterior. Cuando apâna
ha dejado de moverse y prâna
va a comenzar a nacer, experimentamos un kumbhaka
interior.
En
resumen, debemos captar el lugar y el momento exacto en el que estos
dos aires vitales prâna y apâna
concluyen, transforman e intercambian sus movimientos y fijar la
atención en ese punto, en el interior y en el exterior del cuerpo,
es decir, en el corazón y en el dvâdashânta.
Lo que existe cuando han cesado el prâna y el
apâna y está en el punto medio entre ambos, es esa
conciencia infinita, la vida de la vida, el único responsable de la
conservación del cuerpo, la mente de la mente, la inteligencia del
entendimiento, cuyo conocimiento proporciona la liberación.
“La
práctica del prânâyâma sólo puede aprenderse bien con la
presencia e interpretación de un profesor o maestro experto.
Recomendamos una lectura atenta de estas lineas”.
Yoga Vâsishtha
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